Desde que ayude a mi
familia, las cosas empeoraron, un mundo de mierda para un ser de mierda,
siempre nos catalogaron así.
Sin poder ver el sol,
sin poder ver la luna, sin poder oír el murmullo de las ramas al caer.
Nada de este lugar era
tan horrendo como el mundo real, pero yo tenía que liberar a mi nieta, yo tenía
que sacarla de aquel horror en el que los humanos, la habían metido.
Intentaban controlar a
una Arpía, una pequeña niña.
Mi propia hija me
mintió, me dijo que la pequeña había muerto y la dio en adopción, mi propia
hija suicidándose por descubrir que era un ser superior, mi propia hija
convencida del mal que la amparaba en su interior.
No se me permitió
saber que existía, bueno entiendo que así era más fácil controlar su ira, su
incesante ira.
Convertirla en una
mansa ovejita al servicio de los demonios o de los Ángeles, daba igual un ser
sometido no es libre.
Yo recibí órdenes,
¿ordenes, yo soy un soldado? No, lo soy.
Tenía que demostrar a
mi nieta mi amor, mi inconmensurable amor de abuelo.
Ella creyó que me
mato, pero se, que sabe que no estoy muerto, mando buscarme, pero no me
encontró.
Mis humanos fieles,
leales, siempre la protegerían.
Desde unas lunas
atrás, note algo raro en mis tres compañeros de encierro, me habían convertido
en un calamar gigante convencido de que la sima más profunda del océano era mi
hogar, y me adapte, las ratas son buenos alimentos, yo al contrario que uno de
mis compañeros de sima, no tengo que someterme a la luna.
Ni a la sangre, como
mi otro compañero de sima abisal, el tercero, me daba mucho respeto.
Al igual que yo,
¿estaba ahí por desobedecer? No lo sé, no me importa.
Yo sí, era mi sangre,
mi sangre a la que estaban martirizando.
Los seres humanos, no
pueden ver a un ser como yo desatado, pero no todo lo que mate era ser humano,
en ese manicomio infecto, los Ángeles caídos, disfrutaban torturando y
sometiendo a los seres humanos, un lugar donde vivir del dolor, haciendo dolor.
Ese día note calma,
demasiada calma, cuando la puerta se abrió, no ataque por que tenía la
esperanza de que a este anciano le sacara su nieta.
No fue así, una bella
vampira, con tatuajes de bruja en sus brazos, fue la que abrió la puerta.
La seguí, así conocí a
mis compañeros en las profundidades abisales.
Thanatos, el cazador
de almas salió el primero, luego el Nosferatum sus ojos se iluminaron al ver a
la pequeña vampira, y por ultimo salió el Lobo, temeroso de quien le abría la
puerta.
Estábamos en un lugar
donde ni siquiera, había más presos, era el exilio, donde no hay nadie que te
mire, ni te vea, ni te observe.
Un lugar donde solo
hay olvido, pero aquella criatura, nos sacaba del inmenso abismo.
Al salir, vi luz mis
ojos, mis ojos……….ella me dio unas gafas.
Al subir al vehículo
sentí el olor de los demás, imagino que ellos el mío.
Fuera, nos llevaron a
un hotel, entramos nadie nos vio.
Luego al entrar pensé,
agua, ira, ropa limpia………………….fui a ducharme, me habían sacado por una razón
pero ¿porque no me mataron? Supongo que porque no podían hacerlo sin
contravenir un pacto.
Ahora, necesitaba
saber:
Donde estaba mi nieta.
Porque me habían
liberado.
Porque no pudieron
matarme.
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