domingo, 6 de septiembre de 2015

UNA HISTORIA DE BRUJAS- CAPITULO 5-LA HOGUERA.



UNA HISTORIA DE BRUJAS- CAPITULO 5- LA HOGUERA.

Helia nació en una familia extraña, en Paris, digo extraña porque no fue convencional, su padre un joven aristócrata fue a estudiar a Paris y conoció a una bella mujer, una cantante de ópera muy admirada y aclamada, pero que hizo que la familia del padre de Helia se pensara desheredar al joven por ese romance, menos mal que la joven quedo embarazada y como lo que nació fue un niño, aceptaron el matrimonio sin protestar demasiado, al cabo de tres años nació Helia, el nombre se lo puso su abuela, puesto que el día que nació un autentico vendaban azotaba la casa familiar, donde habían trasladado a la familia para evitar que nacieran bajo la infecta ciudad de Paris, nido de enfermedades.
Helia, desde pequeña tuvo poderes que la familia pensó que eran dones de Dios, su abuela, Constanza una mujer que no fue dotada con una gran belleza, pero si con un intelecto que dejaba a muchos hombres como lerdos, siempre adoro a aquella niña, la llamaba su niña de Dios, y adoraba que ella estuviera bajo su tutela en los estudios y demás, ya que la madre de Helia al nacer, falleció.
Su abuela fue la madre de sus dos nietos, ¿y su padre? Pues volvió a Paris a la vida loca y desenfrenada de antes de conocer a la madre de Helia.
Solo volvió a casa cuando Helia cumplió 15 años y porque la enfermedad se había apoderado de él.
Helia, le acompañaba día y noche, aun así, su padre murió un año después de llegar a la finca de los abuelos, el hermano de Helia se caso con la joven Elidora, y Helia decidió entrar en un convento.
No lo hizo porque el amor la fuera negado, lo hizo porque todos la consideraban una santa y eso influye mucho.
Pronto el convento se convirtió en un ir y venir de personas que hablaban de la joven Santa, así Helia cambio su nombre al entrar fue llamada Sor Margarita, pronto se enfrento a un caso espantoso, un pueblo entero aquejado de tuberculosis, comenzó a llamarse el pueblo de los vampiros, se comenzó a correr la voz que una vampira había convertido a todos en sus súbditos.
Se pidió al convento que Sor Margarita fuera a ver si era cierto o no, ella  sabía que aquello era un virus que se contagiaba, y así pidió que se quemaran inciensos para purificar el aire, como el párroco también había caído victima de la infección, se comenzaron a correr rumores de que los vampiros habían corrompido al clero.
Margarita tuvo que sentarse en aquella iglesia pequeña de pueblecito, y pensar cómo hacerlo, encendió todos los velones que encontró, y después pidió que tañeran las campanas a animas, lo hizo para que acudieran a la Iglesia todos los sanos para rezar, luego fue a la pequeña sacristía y cogiendo una serie de ingredientes, salió al altar.
Dijo- dios me ha  dicho que lavéis las casas con esta solución, no os preocupéis, el mal se irá al salir por los ventanales que dejareis abiertos.
Que vengan los monaguillos, después una a una visito a los enfermos, y aunque no puedo salvar a todos, si salvo a muchos, esto se considero un milagro, y fue requerida en el Vaticano.
Tenía 18 años, e iba a ser juzgada por un tribunal fue justo cuando la anunciaron en el convento que su abuela había muerto, no la comunicaron como, pero esa noche mientras dormía, vio a una mujer de cabellos dorados, que la quito el aliento a su abuela, mientras esta la llamaba bruja Azulaida.
Helia despertó sabiendo que aquella bruja iba a por ella.
Antes de partir recibió la visita de un Cardenal, este tenía unos extraños bultos postulantes que le cubrían el cuerpo.
Pidió que le sanara, sor Margarita le miro a los ojos y supo que aquel hombre no debía vivir, ya que era el causante de que aquella bruja fuera la causa de su mal y el de su familia.
Hablo sin tapujos- has venido a condenarme, tus pústulas no existen, ni tu enfermedad es real, di a esa mujer que ha poseído tu corazón, que te libere y ella lo hará.
El Cardenal ofendido grito-¡bruja, bruja, bruja!
La joven Sor Margarita fue llevada al prelado y allí fue torturada para que confesara unos crímenes que sabia había hecho la asesina de su abuela, no podía hacer nada, solo rezar, rezar.
El prelado, no la encontraba culpable, por lo que Azulaida que la veía como un enemigo para poder conseguir el poder de la sanación que la había sido negado, totalmente poseída por la ira, quemo el convento donde ahora habitaba Sor Margarita.
El Cardenal que amaba con tal devoción a Azulaida, corrió la voz de que la joven monja había quemado a aquellas monjas en venganza por haberla entregado, la gente pasó de considerar a Azulaida una Santa a considerarla una bruja.
Fue en estos términos cuando el tribunal se recrudeció, las torturas fueron superiores y cada vez más crueles y duras, pero la joven Sor Margarita no cedía.
Una noche mientras dormía en una mazmorra dura y sucia, en la que dormía, vio una esfera blanca y luminosa, que se le apareció, solo la dijo – Helia, dame tu don y yo compensare tu dolor, dejaran de torturarte y  podrás morir tranquila- Sor Margarita, pensó, durante unos minutos y después dijo- dame tu nombre y te lo entregare a mi muerte- Azuleida henchida de orgullo le dio su nombre y apellidos de esta vida.
A la mañana siguiente, Helia, confeso y denuncio a Lady Bermont como conspiradora para que aceptara al diablo.
Helia fue condenada a la hoguera, pero Azuleida fue perseguida, arrastrando al Cardenal con ella, y mientras Helia era quemada y los seres de Luz la asistían Helia supo que era guardiana del alma de Azuleida, mientras la quemaban en la hoguera, una enorme tormenta se desato y una voz salió del pecho de Helia- Azuleida pagaras por tu traición—
La gente huyo a sus casas espantada, Helia murió, una hora después a consecuencia de los gases que la obstruyeron los pulmones y la garganta.
Azuleida fue condenada, por los hombres a ser desmembrada y los seres mágicos la condenaron a vivir varias vidas de pobreza sin uso de la magia. 


3 comentarios:

  1. que bueno, me gusta este personaje, que mala es la Azulaida, que traidora, y muy bien jugada la carta de Helia,
    gran escrito.

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  2. Como dice Ego, una buena jugada para que persiguieran a la culpable.

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