El viaje y el deseo.
Capitulo 3
Mi casa, el viaje fue intensamente asqueroso.
El paisaje aburrido y deprimente de siempre, a veces pienso
que el hecho de ser un caballero aburrido
es algo que herede de mi familia.
Me recuerdo de niño, cuando era pequeño, tenia tutores
particulares, nunca me permitieron jugar con los niños del pueblo, yo tenía un
nombre, un estatus, una herencia.
Hasta los 13 años no descubrí lo que era la herencia, era
ser superior a los demás, sin embargo, la rigidez social tenia normas, por
ejemplo, yo podía ir con mi tío Eugene a casas de mala reputación a tomar café,
con señoritas amables, pero no podía decirlo en público, solo tras la cena en
el gabinete de mi padre, o mi tío, nunca delante de las señoras, era una falta
de respeto hacia ellas, que un hombre pensara en algo más que tener hijos, y
hacer crecer su fortuna.
Mi hermana, una joven adorable, se separo de mi a los 13
años, ella tenía que ser educada para ser una estúpida, frígida mujer de, y yo debería
buscar a una dama frígida pero estúpida, que me daría hijos y me haría muy
feliz, mientras mi instintos eran satisfechos en salones de café con señoritas
amables, tras por supuesto ser generoso con ellas.
Yo no me sentía cómodo en aquella hipócrita sociedad, un día
decidí ir a estudiar a Londres, con el beneplácito de mi padre y el disgusto de
mama.
Mi vida en Londres, paso de un libertinaje adorable, a un monótono
y aburrido siempre igual, mundillo de hombres insatisfechos.
Hasta que encontré que mi problema con el sexo radicaba, en
el ir más allá, más allá del puro sexo, ir al lado oscuro.
Lo cierto es que todo me paso tras conocer a una vieja
alcahueta llamada Mostele, una mujer venida desde Paris, cuyas chicas eran la
gran mayoría adictas al láudano, y a las que podías, vejar por un poco de
dinero.
A Madame Mostele, solo le molestaba que marcaras a sus
chicas, así que decidí buscar chicas más vulgares, pero más facilites de
conseguir.
Aunque el destripador me lo puso muy difícil, ese cretino, ególatra,
adoraba llamar la atención.
Madame Mostele, decía que yo tenía un demonio dentro, creo
que es cierto…………………….
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