Londres , siglo
diecinueve
La Decisión
Calles oscuras,
frías y húmedas. Cuantas leyendas se han ido formando a raíz de un
asesino al cual no se ha encontrado. Un personaje que parece conocer
bastante bien sus calles y la forma en la que se trabaja en la
policía. Alguien lo suficiente mente inteligente como para enviar
anónimo al mismísimo Scotland yard y no haber sido capturado, ni
antes ni después de sus asesinatos. Un personaje que ha sido copiado
por otros que intentaban hacerse pasar por él.
Los que trabajamos
para la ley, somos muy mal vistos por los ciudadanos. Puede ser que
porque algunos hacen ostentación de poder y creyéndose superiores,
se han excedido en el cumplimiento de sus funciones. Cuantas calles
he recorrido y ha cuanta gente he protegido a pesar de los consejos
del compañero con el que hacía las guardias. Cuantos problemas me
llevaba a casa, que ni la botella ha ayudado a soportar. Las voces,
las burlas de cuando se ha llegado demasiado tarde para evitar los
asesinatos. Sin poder hablar, sin poder decir lo que uno piensa por
ser un simple agente de la ley. Ver como compañeros con menos
conocimientos por sus formas de ser o comportarse, aumentan sus
ganancias, sus puestos...todo ello a través de regalos, dinero
sumergido, vender a propios compañeros para ascender.
Todo esto era
demasiado. Demasiado para alguien que cree en la justicia. Deje el
puesto y me mude a Liverpool. Allí me establecí y comencé con otra
vida. Ya no me dedique a ser policía. Bueno, no del todo. Ahora soy
agente privado, ya no tengo que vestir de uniforme. No doy cuentas a
ningún jefe por encima de mi. Yo soy mi propio jefe.
Los casos que
ahora llevo son más bien seguir sin ser visto e informar a la
persona que me contrate de los informes resultantes de mi trabajo. Ya
no llego más allá. No me implico directa mente con los casos, aunque
no me han llegado a quitar aún los recuerdos de algunos de los casos
que descubría en el anterior trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario