sábado, 28 de septiembre de 2013

III certamen de Microrelatos de terror del Museo del Romanticismo.

buenas a tod@s comienza el concurso de Microrelatos.
a todos los que participen, les ruego que luego publiquéis las obras, por su puesto una vez pasado el certamen y entregado el premio.

7 comentarios:

  1. si me presento, prometo que una vez pasado el concurso publicaré, mi escrito.
    suerte a todos los que quieran hacerlo.

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  3. ahí, no se si participare, si lo hago prometo que subire los escritos.
    ahí, otra vez vuelve el otoño.

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  4. ¿MUERTA?
    ¡Algo que me dejo en silencio, no podía despertar!
    Me sentí caer, antes de que todo se apagara, de que un silencio frio y solitario lo envolviera todo, no era capaz de despertarme, de gritar, de llorar, no era capaz de escapar.
    Recuerdo ser sacada de un agujero, llevada por el campo a una caseta, era incapaz de sentir, de gritar, era alimentada, pero no podía hacer más que esperar.
    Algo me quemaba en el cuello.
    + COMO SABES QUE ESTO NO ES SOLO UN SUEÑO EN TU CABEZA, INTENTA RECORDAR COMO TE LLAMAS+
    Sé que estaba en aquel cuarto al caer el sol, se que hacían conmigo cuando me metían en aquel cuarto, con aquella lucecita en el techo, no podía escapar, no podía pensar, solo recibía a aquellos hombres, uno tras otro.
    Solo podía recordar:
    ¡La voz del bokor, el amo!
    Un día, no note eso que me quemaba el cuello, comencé a caminar.
    ¡SOL!
    Noticias locales.
    La hija de Angustias Hoggon y Feliciana Hoggon, ha sido encontrada, con sus ropas funerarias vagando por la carretera, tras ponerla en observación médica, se cree que sufrió un caso de zombificación, tras 15 años de creerla muerta.
    os dejo mi micro relato.

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  5. En la estación de tren, esperando mi turno para subir. Hoy he tenido suerte. Me he podido sentar. Saco el pequeño libro electrónico y me pongo a leer. El vagón va lleno, aún así, parece ir más deprisa de lo normal en ese tramo. Las luces del vagón empiezan a parpadear, parecen llevar un ritmo. La gente a esa hora aunque lo nota extraño, parecen no prestar mucha atención. Yo dejo de leer cuando el ritmo de las luces se acelera, apagándose y encendiéndose, de un lado a otro del mismo vagón. Es entonces cuando levanto la cabeza del libro y miro a mi alrededor.

    Como si de un escenario de teatro se tratase, parece haber cambiado todo. Ahora las luces dan un color rojo y anaranjado, creando contrastes muy oscuros en los rostros de lo que me rodea. Las paredes parecen estar en proceso de corrosión, con algunas grietas por las que hay una especie de vapor que va formando niebla en el suelo. Al bajar la cabeza es cuando veo que los pies de lo que hay dentro, parecen estar flotando. Intento subir los pies, pero ya es tarde...

    el asiento con manchas negras y un libro electrónico.

    El microrelato.

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